Por Luis Fernando Chueca / El Sol. Lima, sábado 3 de octubre de 1996; p. 7C
Domingo de Ramos (Ica, 1960) habla de sus libros y de la recepción de la crítica hacia su poesía. Ósmosis, su más reciente poemario, obtuvo el Premio Copé de Plata en su última versión.
Domingo a un poco más del mediodía. Los platos comienzan a enfriarse mientras la terca humedad en las gargantas nos obliga a unas cervezas sin helar. Los minutos pasan sin mucha preocupación hasta que el REC de la grabadora pone su toque de seriedad...
La crítica reconoce como uno de los aspectos más importantes y renovadores en tu poesía la introducción de un nuevo sujeto poético –marginal, migrante- que conlleva a su vez una manera diferente de estructurar el discurso, ¿qué opinión tienes sobre ello? Me parece que es acertado, pero que tiene sus limitaciones: no es simplemente un sujeto marginal, hay una conciencia y un manejo de los niveles del lenguaje, que se insertan dentro de lo culto, con la idea de darle vuelta a la tradición. Eso es lo que quiero hacer. Y quiero que se entienda bien. Pero hay críticos que ya me han clasificado, y si trabajo un lenguaje culto para ellos es algo inverosímil. Pero creo que se pueden ubicar esas dos posibilidades, esos dos niveles de lenguaje. Quisiera que no se me encasille. Esa etiqueta significa para ti un peso en tu quehacer poético, o te sientes libre de ella? Es un lastre que me imponen Y si yo no utilizo un lenguaje determinado, pierdo, según ellos, una identidad. Me es difícil, evidentemente, salir de ese encasillamiento porque soy en parte responsable de esa imagen. Pero lo mío es mucho más espontáneo, más fresco; eso es lo que me interesa, más que el laboratorio. Y meter adrede referencias que no son necesariamente mis vivencias me hace las cosas más difíciles, pero a la vez también me recompensa en la medida en que me abre más posibilidades, me deja abiertas algunas puertas. Eso es lo que hasta ahora me han dado los tres primeros libros. Tus poemas suelen ser largos, y su lectura se enriquece al escucharlos -literalmente o haciendo resonar en la cabeza los sonidos de cada palabra-, ¿eso ha sido buscado por ti? La musicalidad para mí es muy importante completamente buscada. Hay un interés por el ritmo, tanto, que la concisión me es casi imposible. No puedo tener esa especie de corsé ‑que para otros no lo es- porque yo tiendo a explayarme, a entrar en un maremagnum con ritmo constante. Una de mis viejas lecturas ha sido Darío, los modernistas, y eso es lo que me ha dado esta oreja. Para mí es muy importante, y sacrifico la concisión para darle esa visualidad y musicalidad a los poemas. El amor, en sus diferentes facetas: la pasión, el rencor, el deseo, la nostalgia..., presente desde Arquitectura del espanto, en Ósmosis tiene una presencia mucho más intensa... Casi física podría decirse. Que no la tiene mi primer libro. Yo creo que mi primer libro tiene mucho más una onda platónica: la búsqueda de la mujer soñada. Aquí ya no es así, la mujer está ahí. Incluso habla... Incluso habla, y hay un desencanto bastante visible. Yo considero al amor una utopía, que sólo se puede alcanzar en una sociedad más tolerante que la que tenemos. Mientras tanto apuesto porque a través del lenguaje se haga evidente esto.
"LA SOLEDAD LA BUSCAS TÚ, NO TE ELIGE" Hay otros temas que sí tienen una presencia fuerte desde tu primer libro: la soledad, la experiencia del desgarramiento... Ciertamente, hay una vuelta a la soledad. Como que la soledad la buscas tú, no te elige. Hay una diferencia entre la soledad de mi primer libro y la soledad de este libro; ésta pasa por la experiencia traumática de una pareja, y aquella pasaba por la soledad misma, por esa búsqueda del amor ideal o la mujer ideal. ¿Qué tanto estás presente tú en tus libros y en cuál te consideras más presente? En todos evidentemente uno tiene que dejar su propia experiencia. A nivel vivencial creo que es Arquitectura... donde yo me encuentro mucho más; en el primer libro te desnudas, hay ahí una honestidad que después me ha resultado chocante, sin embargo uno da eso porque viene desprotegido por todo. Felizmente a ese libro no le hicieron caso cuando apareció. A nivel de lenguaje es Pastor de perros donde me reconozco más. KLOAKA, LA AVENTURA DE LA ADOLESCENCIA ¿Cómo evalúas después de varios años de terminada la experiencia de Kloaka? Para mí Kloaka es un inicio, es una formación, es la aventura de la adolescencia; y son también mis primeras lecturas, mis primeros traumas con el lenguaje. Yo creo que para mí hay dos etapas: Kloaka y post Kloaka. Ahora, ¿qué era la movida?, era un estado de ánimo, evidentemente; en la década de los 80 ‑donde todavía había pugnas ideológicas en el mundo‑ era coherente la existencia de ese grupo, y en el Perú más aún, por lo que los proyectos colectivos todavía estaban vigentes. ¿Qué ha significado para ti el Copé de Plata? En términos económicos: bien; en términos anímicos: mal. Ya venía con una depresión y el premio me ha deprimido más. Hay un cambio de actitud de la gente hacia mí. La gente me cobra, de una u otra manera, lo de alguna vez; eso me pasa en el centro de Lima y me es muy difícil, el ambiente se pone hostil y trato de evitarlo. Por otro lado es importante que un premio como el Copé haya optado por un lenguaje totalmente distinto al que tradicionalmente premiaba, pero justo cuando ocurre, piensan vender Petroperú, truncando la posibilidad, de que otros, con lenguajes diferentes, puedan acceder a este estímulo. Siguen las preguntas y Domingo de Ramos habla de nuevos proyectos por ahora postergados y de la importancia, en estos momentos de su vida, de dejar por un tiempo el país en una especie de exilio poético, lingüístico y vital. Luego del STOP y apurando ya los tenedores, volvemos al principio de la conversa: las etiquetas encuentran sus causas en la incomprensión o un racismo asolapado. Otra chela tibia y la tarde se cierra con el probable viaje de Domingo. Un país tan frío y tan lejano. Salud.
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