7.4.10

Poema que muy pronto saldrá desde la ciudad de Arequipa por la editorial Cascahuesos

Amor antiplanico Aquí a estas alturas A esa mujer terrestre y cielítica A sus curvas de aluminio A sus ojos de titanio A su mayor gloria que los dioses A mis dioses al sol que se corre O se estanca en sus manos donde se violácea y crea Colores vacíos en el vientre Aquí me tienes Como un desaguadero Animada ventisca Oponiéndote a mis deseos Corazón de ardilla Bailando Este carnaval siberiano Este amor entre campanarios Que no celebra el cuerpo Sino la idea de un cerdo Paciendo sobre las íes Tus cejas despintadas como las flechas De las carreteras Llegas con el rostro irrecordable En nave de dioses iracundos Clío o Érato o una Mamay de angosta Cintura para calendarios de obreros Altísimas calenturas y como se desvanece El vacío como el blanco temblor De tus piernas Al verme salir o entrar Que da lo mismo y ya Es otro sabor a nada y como es el Camino nunca transido Reguetoneado estribillo Alabando ninguna suerte Por ninguna puerta Rosa del sepulturero Solo solo y solo Tan perro tan ciego tan sordo Se agarrota el aire la sangre atravesando longitudinal Mi cabeza cabeza del tú del yo Que importa mi dolor De animal destetado En supermercado? Oyendo la infatigable cachería de los asesinos como el despertar de una criada en Dinamita Oh dulce mosquilla del arrabal Qué importa mi dolor La certeza de estos escritos Los cerezos de tus labios El oprobioso calor El cuerpo injuriado Los burdeles con las piedras de la Religión Cilindros de tedio Bombardeando mi silencioso pecho Amando la rosa de amor que no ama Candelas insensibles el rapto de un corazón Bluescero cintilante cabellera Sin ninguna marejada que sujetar en fulmínea playa Execrando cráneos de ballenas nombres de mujeres bloques griegos inconclusas ciudades cuánta prisión sin luz cuanta pasividad de los pies volvamos a tener o a temer soñada quietud del sexo Oh pisemos los astros Pisemos los ánimos Pisemos las jerarquías Arrojemos la tintura del Veronés Y fraguar un cuerpo tuyo Azaroso como un duende Ah pero tu piedra doliéndome Escombrados bajo el monte-lobo En la mesa del eros En cocidas naranjas que te doy Estas ausente borrada de mi cama Con un futuro estruendoso Con esta soledad a la altura De la otra soledad Mas solo que un iguanodonte Cuyo rugido me recuerda A mi gata comiéndose a mi gato Y no hay consuelo Bella derrota de mis deseos De mis sueños a medio incendiar Aparecida indeseada alma purgada por cargar fantasmas de ese otro lado Que no conozco Pero vienen como masa en comerciales Como trenes tras trenes Como la desesperación arqueándose Como curtida llama Inmigrante desesperación Aura cerrada de las murallas Déjate penetrarte con mi última hoja Con el casco de mis guerras Camboyana caída ola loca saliendo de mi boca Oh el régimen de sangre oh la trocha en el túnel Oh el solticio del amargado Cuerda de japonesa ardiente Muerénme muerénme en adriáticas aguas Lucrecia mirada pintado por Bronzino Retrato donde rabio sin cesar sin perdón sin querer Chacal de lo mismo Llanura de la altura Ángel feo Duque negro Porque la altura es intensa y gris Como el amor artaudniano Ardiendo en los laterales En frío duelo Donde tú no eres mas que una transparencia En el plató de los animales sedientos ciego sobredosis Vértigo reptando tus industrias masoquistas Tu labio brutísimo curtido en dulce Tus orientales senos Tus sedales nervios Pelusas para mis manos Oh cerámica de barro tinto Torsión de nieve hojalata de Nadia Oh ciudad en mi ciudad Que la Idea de tu olvido Ordene mi exterminio Como un africano o un palestino en su intifada O como un siditico de las fronteras Hijo de una mala brecha Todavía soy todavía eres? Un despertar que Anuncia la morenada canción Que nunca escribiré para ti Oh pleace pleace mente mía Corpus triste como un lagarto No sigo mas no sigo mas Siento la hiedra subirse Como el límpido amanecer De tus ojos en mi boca de agua

2 comentarios:

Angel Castillo Fernández dijo...

Oda eterna al amor fugaz.

Anónimo dijo...

Seamos sinceros, no es siquiera una mujer bella, aunque bien mirada... sus curvas pueden resultar dolorosas en ese tormentoso comercio de lo que se ofrece a medias, del frío calor frío, de lo que llegado el momento resignaríamos hasta el honor con tal de tener derecho a besuquear un poco la prominencia de sus nalgas, a lamer... con la furia del perro sediento... sus senderos ocultos.
Que supremo privilegio!... acariciar tus pies con manos temblorosas, con labios suplicantes, con lengua impetuosa...
Una mujer, que tal vez no entienda, la alegría de rendirse incondicionalmente. El orgullo de sentirse esclavo... y proclamarlo.