13.1.11
Entrevista a Eduardo Galeano.
Javier Claure entrevista a Eduardo Galeano, premiado en Suecia
Javier Claure
El destacado escritor y ensayista uruguayo, Eduardo Galeano, llegó a Suecia para recibir el Premio Literario Stig Dagerman en la localidad de Laxön, situada al norte del país. Aprovechando su visita, dio una conferencia en la capital sueca. El día martes 14 de septiembre, a las seis de la tarde, cientos de latinoamericanos y suecos se dieron cita en el Aula Magna del Campus de la Universidad de Estocolmo para escuchar al intelectual latinoamericano. (¿Qué medio periodístico latinoamericano difundió la noticia? JC).
Galeano empezó la conferencia leyendo Algunos pecados capitales del mundo al revés. El machismo es uno de esos pecados que, quizá, data desde la época de las cavernas. Esta actitud que refleja una estructura social basada en el poder, es decir donde las mujeres son sometidas o discriminadas bajo las órdenes de un macho, es un punto infectado en todas las sociedades del mundo. Y Galeano con ojos críticos se pregunta:
—¿Por qué la realidad sigue tratando a las mujeres peor que en los tangos? Están allí esas figuras pintadas en los techos y las paredes de las cavernas: alces, bisontes, osos, caballos, águilas, mujeres y hombres. Pero... ¿Cómo pudieron ellos, nuestros remotos abuelos, pintar de tan delicada manera?, ¿cómo pudieron ellos, esos brutos que a mano limpia peleaban contra las bestias, crear figuras tan llenas de gracia? ¿Cómo pudieron ellos...? Ante tantas preguntas existe una alternativa: ¿O eran ellas?
Mientras las frases pronunciadas por Galeano, se traducían al sueco; el narrador miraba al público serenamente, tomaba un sorbo de agua o bien su mirada se perdía, un par de minutos, en los adornos del techo del anfiteatro universitario. Y continuaba:
—El mundo está compuesto de un montón de gente, es un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Sin lugar a dudas, Galeano es un enorme fuego y por donde pasa deja miles de chispas en el aire. Sus libros encienden las mentes y los corazones de las personas que realmente ven el mundo con ojos humanos. Denunció que el mundo repite las tradiciones racistas y, además, miente. Desde la llegada de los españoles al Nuevo Mundo hasta ahora, el racismo se hace sentir fuerte por todas partes. Los gitanos, por ejemplo, son discriminados en algunos países y evocó que, a mediados del año 2008, en la revista italiana Panorama, perteneciente a Berlusconi, uno de los titulares decía: «los gitanos son una etnia inclinada al robo y al secuestro de niños». Al mismo tiempo, la justicia italiana no había comprobado la veracidad de secuestro de niños por parte de los gitanos.
"Reveló lo que no dicen los libros escritos por los cortesanos de los imperios que nuestra América enriqueció a las potencias coloniales"
Los libros de historia, muchas veces, han sido escritos a conveniencia de un país, de una colectividad étnica o un grupo de militares tergiversando totalmente la realidad. Galeano va mucho más allá del engaño, lo superficial y la mentira. Con su mente lúcida saca a luz las verdades una por una:
—¿Por qué no sabemos del África nada más que lo que nos enseñó el profesor Tarzán, que nunca estuvo allí? —dijo con sorna. Además, recordó que precisamente desde el continente africano emprendieron nuestros abuelos la conquista del planeta, y que el sol se ocupó del reparto de los colores. Por lo tanto: «hasta los blancos blanquísimos vienen de África».
El autor de Las venas abiertas de América Latina, explicó que cuando cayó el Muro de Berlín, de la mañana a la noche leíamos, veíamos, escuchábamos: el Muro de la Vergüenza, el Muro de la Infamia, la Cortina de Hierro... Por fin ese muro cayó. Pero otros muros brotaron, y siguen brotando en el mundo. Poco se habla del muro que los Estados Unidos está alzando en la frontera mexicana, y poco se habla de las alambradas de Ceuta y Melilla. Casi nada se habla del Muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelí de tierras palestinas y será quince veces más largo que el Muro de Berlín, y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que perpetúa el robo de la patria saharaui por el reino marroquí y mide sesenta veces más que el Muro de Berlín, acotó.
La guerra contra Irak es uno de los pecados capitales de este maldito mundo. Todos sabemos que Estados Unidos e Inglaterra alarmaron al mundo entero con las «supuestas» armas de destrucción masiva en manos de Saddam Hussein. Sin embargo, este hecho, no se comprobó cien por ciento, pero necesitaban de esa mentira para intervenir Irak. (¿Y Mario Vargas no dice que la invasión a Irak fue una especie de guerra santa?)
El 12 de marzo de 2003, el secretario de defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, declaró: «Existe la teoría de que las armas de destrucción masiva pudieron no existir al inicio de la guerra. Supongo que eso es posible, pero improbable».
Galeano también opina irónicamente al respecto:
—¿Recuerdan ustedes cuál fue el pánico universal que desató la carnicería contra los iraquíes? El mundo tembló ante un ataque de las armas de destrucción masiva... que habían sido inventadas por los medios de intoxicación masiva. Y ahora nos advierten que Irán es el más grave peligro que acecha a la humanidad, porque tiene o podrá tener armas nucleares, y en el acto recordamos que fue Irán el país que arrojó las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, ¿O no? ¿No fue Irán? Quién sabe...
El mundo sigue ciego de su diversidad. El mundo mata, desprecia el trabajo, fabrica hambre, miedo y amnesia. Estas palabras delatan el universo interior humanista y sensible de un hombre inconforme con una realidad falsa en donde los poderosos quieren vender gato por liebre. Bajo el sello de la libertad y la democracia inventan historias, mundos equivocados y textos malolientes. Por eso pregonan por una civilización «del sálvese quien pueda».
Eduardo Galeano fue premiado en Suecia y recibió el Premio Literario Stig Dagerman en la Universidad de Estocolmo
—¿Por qué nos negamos a reconocer que lo mejor del mundo está en la diversidad de mundos que el mundo contiene?
Parece que el mundo siente terror cuando se habla de diversidad política o cultural. En algunos países europeos existen partidos políticos, cuyo programa está impregnado de racismo y sus miembros son personas vinculadas a grupos neonazis. No aceptan la diversidad por ningún lado. Es un hecho preocupante, por supuesto, porque su meta es distorsionar el orden político y cultural de un país; y en consecuencia crear desigualdad entre los ciudadanos. No entienden que la diversidad es necesaria para el desarrollo de una sociedad. La Declaración Universal de la Unesco sobre la diversidad cultural, adoptada el 2 de noviembre de 2001, reconoce la diversidad cultural como «patrimonio común de la humanidad». En una sociedad globalizada como en la que vivimos, la diversidad juega entonces un papel de suma importancia.
—Y hablando de diversidad, quiero rendir homenaje a la República Argentina, por ser el primer país latinoamericano que ha tenido el coraje de legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo —afirmó Galeano. Otro tópico que pertenece a su fogoso discurso, es el tema de los nadies, de los hijos de nadie, de los ninguneados que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata. Esos nadies sueñan con salir de la pobreza. Sueñan que algún mágico día llueva de pronto buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen.
El mundo es asesino y valiéndose de una actitud darwinista mata sin piedad al más débil. Grandes presupuestos de Estado son destinados a la compra de armas. A esto se refirió Galeano y dijo que el mundo destina, cada minuto, tres millones de dólares a los gastos militares que no es otra cosa que gastos criminales. Mientras que en el mundo, cada minuto, mueren quince niños de hambre o enfermedad curable. Y aquí viene lo paradójico:
—Los cinco países fabricantes de armas tienen derecho de veto en las Naciones Unidas. O sea: los países que hacen el negocio de la guerra son los que velan por la paz mundial (!).
Por otro lado, manifestó que el mundo fabrica miedo:
—La democracia tiene miedo de recordar. Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras. Es el tiempo del miedo. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo. Y así va entretejiendo cosas de este mundo «al revés», porque, muchas veces, los seres humanos adquieren un comportamiento antihumano causando verdaderas catástrofes.
Galeano, defensor acérrimo de América Latina, nos ayudó a comprender mejor, a principios de los años '70, el subdesarrollo del continente latinoamericano. Reveló con sólidos argumentos contrarios a los que existen en libros escritos por cortesanos de los imperios, que nuestra América morena enriqueció a las potencias coloniales. Sus agudos análisis son un dolor de cabeza para el imperialismo yanqui, y para las elites gobernantes de todas las sociedades que asientan su poder en las armas, la mentira y la opresión de los pueblos.
Escuchar a este erudito latinoamericano, es como pasear por sus libros y artículos periodísticos redactados sin miedo y con lentes críticos. Como antídoto a las falsas historias, se sobrepone un estudio económico y político que nos conduce a un sendero muy alto, en donde las palabras cobran un justo significado. Por consiguiente, su pluma provoca un eco que es la voz de los desamparados. Es un eco que denuncia los atropellos cometidos durante la historia de la humanidad.
Entre literatura y periodismo nos conversa de sufrimiento, de esclavitud, de aniquilación de los pueblos indígenas y de aquellos que forjaron sucesos bajo la cruz y la espada. Nos habla del saqueo de los recursos naturales; primero por parte de los imperios coloniales y después por parte de Estados Unidos y el Reino Unido. Pero también nos cuenta de los pueblos que, hoy en día, se hacen respetar sin temor al verdugo del Norte. Con un lenguaje lleno de humor y, a veces, de sarcasmo nos habla de historia, de lo cotidiano, de fútbol, de los trabajadores, de la señora que se encuentra en un hospital, etc.
En fin, Galeano escribe de aquello que incumbe al ser humano y como él bien lo dice: «escribo sobre seres anónimos que hacen historia sin saber que lo hacen».
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