20.1.09
El poeta Domingo de Ramos
Por M. Ángeles Vázquez
Ardo como un sarro rojísimoLa pasión me quema la sangrelas cenizas son el cielo de mis huesos mis palabras huelen a hojarasca y apestilencia quefluyen de los socavones a las chimeneas Oh las moradas del paraíso
Domingo de Ramos, Las Cenizas de Altamira, 1999.
Hijo de emigrantes andinos asentados en Lima, Domingo de Ramos (Ica, 1960) seudónimo de Rómulo Domingo Ramos es uno de los poetas peruanos que ha despuntado en los últimos años en el panorama literario de su país. Con seis libros publicados, su particularidad poética y su talento ofrecen una vasta mirada sobre el mestizaje limeño, para referir al sujeto marginal que ocupa un abarrotado espacio urbano y cuyo discurso expresa, además, el sentimiento de esperanza pero también de desaliento que embarga al emigrante.
Aunque forma parte del Movimiento Kloaka, su primera obra, Arquitectura del espanto la publica en 1988, cuando el grupo ya se había disuelto. Con este libro, el poeta indaga en la soledad y en el dolor que supone el rechazo, en el desacomodo social en el que se halla inmerso, en la violencia de la ciudad y en la marginalidad autodestructiva, en definitiva: «Me acuerdo yo tuve que / abandonar la casa la escuela y la hembrita con quien soñé masturbándome / hasta altas horas de la noche y que tú hacías tu mujer en mi ausencia / desde entonces toda la mancha me trataba con indiferencia y me odiaban / porque era un cholo y un anciano que ya no servía para nada» (De Arquitectura del espanto, pp. 14-15)
Más tarde aparece Pastor de perros (1993) parodia alegórica (igualmente se evidencia en su propio nombre) que nos retrotrae al pastor bucólico renacentista. Convierte por tanto De Ramos a sus textos, en poemas épicos donde registra las voces de los segregados, las prostitutas, los drogadictos o las de los habitantes de los «pueblos jóvenes» de Lima, que bien podría convertirse en un panfleto reivindicativo, pero consigue que su apuesta presente una poética tumultuosa que condense, pero no resuelva, el desorden del poeta «imperfecto», del poeta solitario y contradictorio que sobrevive en el interior mismo de una masa anónima, es por ello que Domingo de Ramos da una vuelta de tuerca a la lumperización del lenguaje o a la «neolumperización», en una suerte de «maldichismo» estético, como lo define con acierto el crítico y poeta peruano Maurizio Medo.
Su léxico es desordenado, duro y fracturado, muestra de lo que fue el turbulento proceso que le tocó vivir a la sociedad peruana en los años ochenta, pero el habla en De Ramos cohabita con el lenguaje popular. Por otra parte, su lateralidad no es solo social, lo es también verbal, ya que reelabora el cultismo barroco y lo enfrenta a un coloquialismo vanguardista. Asimismo, su libertad de sintaxis dota a su obra de un dominio testimonial que añade una savia novedosa a la pluralidad de la poesía peruana. Luna cerrada (1995), Ósmosis (1996), Las cenizas de Altamira (1999), Erótika de Klase (2004) y Pastor de perros. Antología (2006) conforman el resto de su producción poética.
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document.write(fecha());1997-2008Fechas de publicación 2008. Reservados todos los derechos
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