4.11.09

Rebelde con pausa

* Por Raúl Mendoza
Con seis libros publicados y una trayectoria en las calles y bares de Lima, el poeta Domingo de Ramos afronta por estos días una dolencia física que lo ha alejado de la bohemia y la madrugada. Mientras tanto, participa en un documental sobre su vida, prepara su poesía completa para el Fondo Editorial del Congreso y anuncia nuevo poemario. Enfundado en un sacón negro, con el cabello desgreñado como siempre y sentado a una mesa del bar Pizelli, en Barranco, el poeta Domingo de Ramos puede parecer el mismo escritor maldito o el mismo bohemio impenitente que ha sido en los últimos veinticinco años. Pero no, el hombre está sufriendo la resaca de todo lo vivido y ha tenido que parar la mano. Hoy lo aqueja una polineuritis alcohólica. Un mal que le provoca dolores intensos en todo el cuerpo, que lo tumba por semanas enteras y que varias veces le ha hecho sentir la muerte sentada al borde de su cama. Él no se ríe de la muerte, pero no le teme tanto como a la enfermedad: "La enfermedad te animaliza, te convierte en una cosa. No te deja pensar con claridad, no lees, no escribes, no duermes, no creas". Cuenta que el primer zarpazo del mal lo sorprendió en Chile, en marzo pasado, cuando asistía al Congreso Internacional de "Chile Poesía"(donde se reunieron poetas de todo el mundo). Allí tenía planeado un periplo de 11 días, pero al cuarto día ya estaba fuera de combate. Desde entonces ha tenido una lenta recuperación, con visitas a médicos amigos y algunas recaídas. El principal consejo médico: no beber licor. Una orden difícil de cumplir para Domingo, quien ha hecho de la celebración con las amistades un rito recurrente y que ha forjado su leyenda urbana en los bares más emblemáticos de Lima. Beber o vivir, he ahí el dilema. Él quiere seguir escribiendo poesía y para eso hay que estar vivo. Por ahora ha cambiado de costumbres: sale poco, ya no toma, no trasnocha; desde que está enfermo ha bajado diez kilos y sólo ha podido escribir un poema. "El poema se llama ‘Nataly’. Pero no tiene nada que ver con Julio Iglesias". Hoy toma Coca-Cola con limón para engañar al alma. Y se arropa con su sacón negro, habla pausado y dice que ya no baja a Quilca a ver a los amigos poetas, los amigos libreros, los amigos artistas, los amigos ‘subtes’, con los que compartió la movida contracultural de los ochenta y los noventa. "Para qué voy, si no puedo tomarme un trago con ellos". Ahora para más por Barranco, en onda zanahoria, conversando con la gente sobre posibles recitales y cachuelos que surgen. La poesía Muchos de los integrantes del Movimiento artístico "Kloaka" el colectivo del que formó parte a comienzos de los 80 –contestatarios, anarcos, antisistema– hoy están fuera del país. Pero Domingo de Ramos no se fue y ha sido una presencia permanente en el circuito "underground" de la cultura limeña. Autor de seis libros de poesía y ganador en 1996 del premio Copé con "Ósmosis",del Premio de poesía erótica “Carlos Oquendo de Amat” auspiciado por la Embajada y el Centro Cultural de España en el 2002 con el viajó a Madrid ese mismo año entre otros reconocimientos y galardones más, su estilo ha ido variando de libro a libro. Y sin embargo, siempre es reconocible su voz urbana, desbordante, tumultuosa, y su visión llena de imágenes de la ciudad mestiza, migrante, barrial, achorada y alucinante que es Lima. Su primer libro "Arquitectura del Espanto" es para el poeta un libro con altibajos por ser el primero, pero entrañable por lo mismo. El título de su segundo poemario, "Pastor de Perros", nació de un encuentro fortuito en la Plaza San Martín: un hombre y un montón de perros chuscos rebuscando la basura, una madrugada, bajo la luna llena. "Ese es un libro sólido, más redondo, donde expresaba mi visión de la marginalidad desde la marginalidad misma". Otro de sus libros más queridos es el quinto: "Las Cenizas de Altamira", un libro-objeto que sólo tuvo doscientos ejemplares y venía con fotografías y contaba la historia de una ciudad devastada. Fue un libro casi clandestino, editado por una amiga suya muy querida. Escrito tras el periplo europeo que Domingo hizo con la plata del premio Copé que ganó por "Ósmosis" en 1996. De ese viaje y otros más recientes le quedan imágenes para un nuevo libro: uno sobre las migraciones humanas. Hace años que el tema le ronda la cabeza. Esta noche en el Pizelli vuelve a anunciar que un día de estos se sentará a escribir los primeros versos. Mientras tanto, sólo tiene poemas inéditos de otros temas.
La actualidad
Pero además del dolor físico, el poeta anda triste por el terremoto en Ica. El sismo destruyó parte de Pueblo Nuevo, su distrito natal. Estuvo allí hace dos años para un encuentro de escritores y ya no encontró la vieja casa de la Municipalidad que conoció de chico. Su visita más reciente a Ica fue hace dos meses cuando viajó con su amiga danesa Ulla Dalum Berg para un documental que ella está haciendo sobre su vida. Dice que con el terremoto se borra gran parte de su infancia. "Quizá cuando regrese encuentre un barrio que ya no reconozca". Hace un par de semanas una mancha de amigos le organizó una fiesta pro fondos para pagar algunas cuentas. Se ríe cuando dice que todos brindaron –literalmente– a su salud. La enfermedad requiere medicinas y él nunca ha tenido chamba fija, así que lo tratan médicos que conoció en su larga trayectoria artística-amical. "Pero ahora necesito ir a un especialista, así que necesito dinero y los amigos se han portado bien". Ese día se fue a dormir temprano, pero el resto se fue al amanecer. A sus 47 años, la enfermedad parece haberle limado las garras al Domingo de Ramos de los ochenta. Parafrasea el poema de Cisneros y dice "(para mí) es difícil descansar, pero se aprende". Recuerda el "Wony", en la calle Belén, donde se reunían los "Kloaka" (Roger Santibáñez, Dalmacia Ruiz Rosas, Mariela Dreyfus, y varios más) y también "Las Rejas" de jirón Quilca, donde caían periodistas de distintos medios a altas horas de la noche y, por supuesto, un bar que visitó bastante hasta hace poco, el "Queirolo", también en Quilca. Recuerda también los recitales en el bar "La Catedral", el mismo de la novela de Vargas Llosa y su paso por San Marcos (estudió Sociología). La poesía ha sido su vehículo desbordado de expresión y ha vivido de manera consecuente con sus ideas. Hoy vive con sus padres en San Juan de Miraflores y chambea en una oficina de publicaciones. Dice que si pudiera se iría del país, como muchos de sus cómplices de travesía en las décadas pasadas. Pero mientras tanto espera que el Fondo Editorial del Congreso publique su poesía completa, según le han prometido. "Pero estoy en una cola larga. Tengo que esperar". El miércoles por la noche lo dejamos en la puerta del bar en Barranco. La garúa caía difuminando la noche. 26-08-2007

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