13.4.11

El barroco español. Juan de Ribera

El joven Ribera en Italia.Exposición. Hace ya muchos años que estuve por el Museo del Prado en Madrid allá por los 90 cuando emprendí mi primer viaje vía Aeroflov. Fue mi primer viaje por el mundo sin querer, sin desearlo. Mi destino era España sin embargo las circunstancias no lo quiso así y me di la media vuelta al mundo,como esta línea era tan barata en su momento hacia escala en varios puntos del planeta. Conocí al menos los aeropuertos de Miami, Irlanda,Estocolmo y Rusia (30 horas de vuelo). En este terminal estuve varado una semana mientras se hacían los cambios de vuelo que me llevaban a mi destino final, mientras tanto sobrevivía durmiendo en el suelo o en las bancas como un fakir desempleado comiendo en una especie de comedor popular donde iba con mis recipientes de plásticos a que me den mi ración del día, y después de almorzar unos caldos extraños y exóticos me ponía a dar una vuelta por el aeropuerto sin saber ningún idioma, salvo el español y fisgoneaba para no aburrirme por todas partes siempre en el día y me encontraba con seres que nunca en mi vida había visto. Recuerden que era mi primer vuelo en avión y las mas larga que he realizado hasta ahora. Mi asombro era descomunal veía seres espectrales, fantasmales ,seres que había visto solo en cine o en televisión de aventuras y que nunca imagine que existieran en la vida real. Toque a un fakir en el colmo de mi audacia porque me creí un Santo Tomas de Aquino ,tocar para creer y solo por unos centavos lo veía echarse sobre su cama de púas, más allá un contorsionista, un ilusionista, un enorme negro calato que se reía como un hipopótamo y que por no se sabe que circunstancia hizo de ese sitio su territorio su habitat natural con algunos plantones de plátanos y palmeras y su hamaca de acero. Yo no me acercaba para nada lo veía a lo lejos, por el ala del este habían unos barbudos con túnicas y turbantes que se tiraban al suelo a una hora señalada, después hacia el ala norte veía a unos jaladitos que hablaban como en la calle Capón o en el barrio chino de Lima; eran menuditos y flacos con sus mujeres e hijos que estaban cocinando algo oloroso y humeante de su enorme olla con harto fideos y presas que no pude distinguir bien que cosas eran. El hervor no me dejaba apreciarlo pero el color verdoso y espumante parecía que era un cocido como los que hacen aquí el aguadito de pollo. Seguí mi camino sus caras no eran nada amistosas, al regreso porque ya no quería seguir por temor a perderme me tope con unos gordos malayos o creía que eran ellos por las pelis de Tarzán medios con taparrabos cargando javas de madera con harta frutas y oliendo a pachuli que me maree al pasar por su lado. A decir verdad que para ellos yo era un ser invisible y en ese trance una tienda árabe unos beduinos sentados tomando té y conversando entre ellos como si estuvieran en un oasis. Creí que era producto de mis mareos la falta de comida la sed y las ganas de ir a un sitio seguro donde guarecerme porque ya se estaba haciendo tarde y de noche yo no andaba nunca por esos lugares muy alejado de donde salí...Felizmente todavía era de día porque no se prendían las luces. Hasta que llegue al territorio de los sudacas donde me acomode en un improvisada colchoneta y me puse a conversar con argentinos, cubanos, colombianos, chilenos, mexicanos que estaban esperando el mismo avión que yo hacia la madre patria...Un semana solo fue una semana en que recorrí el mundo en un aeropuerto varado como un cachalote en la costa. Así llegue a Madrid por la madrugada. Al fin llegue mi destino final y en donde visite el gran Museo del Prado donde vi estas maravillosas pinturas que he colgado para ustedes.

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