14.10.09

La paradoja del destino dos entrevistas que confluyen opuestamente .Seis años después.

Un Domingo de resistencia Poetas. Son ocho los poemarios que Domingo de Ramos ha publicado, muchos los países que ha visitado, varias las horas pasadas de fiestas. Ahora alista la publicación de otro libro, a la espera de cambiar el dolor de la enfermedad que ha cambiado su vida. *Por Francisco Jurado Chueca “En realidad lo he pasado más solo que acompañado”. Abre la botella. “Uno escribe posdolor, es una experiencia total, descubres otro mundo después del dolor”. Vierte el líquido. “Siempre he tenido trabajo inciertos y más aún el futuro incierto ”. Le da un gran sorbo a un vaso de agua. Domingo de Ramos está sentado en una mesa de simple madera a las 5 de la tarde bastante oscura, como ahora se siente en Barranco. “En los 80 había grandes ilusiones y utopías”. Y bebe con calma. “La humanidad algún día solo producirá belleza ”. Se quita el abrigo. Lo dobla pausado. Lo deja en otra silla. “No estará más cosificada”. Otro sorbo de agua y más personas y más personas entran al Piselli. Algunas caras de siempre. Personas mayores y desinhibidas. Hola.“En el Perú no hemos tenido periodos de fecundidad en todos los campos”, dice categórico el poeta Domingo, a quien le encanta el cau cau, los pallares verdes con pescado, la poesía peruana. Hoy ya escribe con una mirada distinta.Con pausa diferente. Quizás con otra angustia. “El dolor te inutiliza, te animaliza, te pone elemental. El dolor no es nada noble. Te produce una total infecundidad, ya no perteneces al ser humano, sino a las más primitiva animalidad”, nos convence. Piselli se ha convertido en su refugio.Es un bar pequeño donde antes había cerveza y ahora toma agua sin prisa. Espacio de charlas ensimismadas o a gritos en que se somete, además, a un sentimiento encontrado. Por un lado dice darse cuenta que no es alcohólico, que puede evitar el alcohol (“por supuesto que fea manera de comprobarlo mediante una enfermedad”). Por otro lado le produce nostalgia, conflictos internos. Con pesar en el rostro, el poeta Domingo de Ramos dice estar con la salud “entre comillas resquebrajada”. Polineuritis alcohólica le dijeron los médicos que tiene; afección a los nervios de las extremidades que le produce un dolor terrible. Su conciencia afirma que la enfermedad es producto de la cantidad de alcohol que ha bebido en su vida. Los nervios de los pies no obedecen y, sino se hace tratar, esto probablemente llegue a degenerar en una gangrena.Después de haber publicado ocho libros de poesía, de haber ganado el Premio Copé de Petroperú y el Premio “Carlos Oquendo de Amat” por poesía erótica auspiciado por la Embajada española en Lima y por el Centro Cultural de España en el 2002, de haber sido invitado a participar en diferentes encuentros, Coloquios, Muestras de poesía en Francia, España, Alemania, Chile, Finlandia, EEUU., México entre otros países, Domingo afirma haber cambiado mucho. No puede beber. Ha modificado sus costumbres, su vida cotidiana. Sus amigos continúan y sus enemigos también. “Ahora estoy escribiendo otras cosas, más reflexivas, casi filosóficas y más cercano a la muerte que a la vida”. El baño del bar está cerca y no son pocos los que lo interrumpen. Cinco y media de la tarde y hay algunos que les cuesta entenderse. “Yo creo que la enfermedad es la coronación de toda una vida autodestructiva que he tenido. A partir de la enfermedad, esta vida que he seguido se detiene y yo me detengo, pero ya es muy tarde, porque la autodestrucción que he empezado no se va a detener fácilmente. Está dejando huellas profundas, ese es el problema. El proceso, en el cual me he metido durante 20 años, ha culminado en este mal”. Hablo solo Los ecos del peregrino Vacío el pecho Calcio y fémures No hay sombra Five years después Hablo solo Y hoy Domingo de Ramos encuentra a la poesía peruana con muy buena salud. Afirma que está en un buen nivel y advierte que no hay una estandarización. “Los jóvenes de ahora no escriben mal. Antes había serias deficiencias”, dice mientras el bar se atiborra y mayores son las ganas de transformar en una burbuja impenetrable nuestra mesa. Saca de un bolso de plástico que ahora lleva en un pequeño sobre azul cuyo interior disuelve en el vaso de agua. Magnesio. “Muchos escriben casi parecidos, claro que hay islas, excepciones como todo lugar. Pero no hay nada orgánico, no hay una masa crítica capaz de poner orden a toda esta eclosión, a estas individualidades que hay por todos lados y que van creciendo y que de repente están aportando. El asunto es que uno ve tanto que no los puedes ubicar como correspondería”. Y añade que la literatura peruana es una de las mejores de habla hispana. Y un señor con traje beige, bajito, de unos 60 años, se estrella contra la silla en la que estaba sentado. Perdón. No hay problema. Y Domingo prosigue: “Lo he comprobado en España, en Sudamérica y aquí mismo. Tenemos buenos poetas, desde muy jóvenes hasta los mayores, a pesar de que la poesía sea la última rueda del coche en el arte, pero es lo mejor que tenemos”. De Ramos comenzó a vincularse con la poesía a los 15 años. El primer verso lo construyó en la biblioteca de su barrio. En el colegio Mixto San Juan, cuando estaba en tercer año de secundaria, tenía como amigos a integrantes del Partido Comunista Revolucionario de quinto de secundaria, en el que luego militó (“era un agrandado”). Cuando iba a leer marxismo, también leía literatura, “porque estaba vinculados al marxismo: Vallejo, Roque Dalton, Neruda, antes había devorado la poesía de Rubén Darío. Fue él quien me introdujo a la poesía. Ingenuamente pensaba que si Rubén Darío escribía, por qué yo no podía hacerlo”. Casi las 6 de la tarde y ya son dos mesas en las que se juegan cachito con un tanto de euforia. Es a partir de la militancia que él empieza con sus lecturas, “ en mi casa no había libros, nunca hubo un incentivo a la lectura. Tuve que hacerlo todo a pulso, me metí a la política debiéndome haber metido a la abogacía. Me metí a ser poeta en vez de ser ingeniero. Siempre he apostado por el mal, siempre perdía. Todo lo he logrado gracias a mi esfuerzo personal. Toda mi familia está en contra de mí, nunca me han perdonado de que sea escritor y nunca han estado orgullosos de que sea escritor. Tampoco me perdonan haber desperdiciado mi vida de esta manera y que para ellos no haya significado un aporte”. Un gran grito se proyecta por el centro del bar para que cambien de canal. Está empezando un partido de fútbol. “Lo mismo sucede con las mujeres: uno no tiene dinero y se van”. Y de pronto un ambicioso silencio vendido tal vez por la magia del fútbol. “Las mujeres me han hecho muy infeliz”. Los ecos de los huesos Retornan en el jardín olvidado Un cuarto tan volátil Y en una pequeña ventana Un Leonar Cohen canta Como un gracejo bajo una tumba del Oeste Oh baby todo esta dicho. Y es que para Domingo de Ramos le encanta Alfredo Bryce “a pesar que sea plagarlo”. Y dice que es más simpático que Bryce haga esos plagios a que no ,o haga, “porque así no solo llama la atención a su novela, sino también a su vida de intelectual”. En la mesa manuscritos de un libro que publicará el próximo año. Y se recuesta en el respaldar riendo y llevando la mano izquierda al pecho y riendo otra vez. ”Yo lo haría claro, porque me quiero enfrentar a la ley. No todos pueden producir tanto como Vargas Llosa ni les interesa ser profesionales de la literatura. El pensamiento, la novela, el arte es parte de la humanidad, por qué tienen que apropiárselos”. Y resalta que hasta Borges lo dijo, y entra una mujer guapa al bar que le propone a su pareja sentarse en el lugar de siempre. “Habrá un momento de la humanidad en que todos seremos artistas”. Claro como Pablo Guevara y Rodolfo Hinostroza, poetas que admira. Como la vanguardia de la época del 20: César Moro, Carlos Oquendo de Amat, Martín Adán, Eguren. No Chocano que es un mal poeta encumbrado por el poder de turno a quien sirvió nos dice. Si a Pablo Guevara, quién “ha sido nuestro formador. Él nos inició en lecturas, incentivó nuestra manera estética del lenguaje, nos decía que avanzáramos. Era el más abierto de todos. No hay un escritor como él. Apoyaba poéticas distintas, libros a contracorriente, libros que no están dentro de los cánones”. Silencio, mucho silencio. Dice que lo extraña bastante. Que él democratizaba y que ahora hay quienes escriben con un lenguaje prestigioso, establecido, pero que ya no dicen nada.“Simplemente es una retórica”. Y la mesa de al lado, chico y chica, pide portola, que es sardinas con galletas. ¿Cocinas? Domingo señala que uno es único y recuerda con ojos chiquititos que siempre cocina cuando viaja porque va a la casa de amigos. “Es una forma de reciprocidad que tengo hacia con ellos. Hacerles conocer la comida peruana, lo que no quiere decir que cocine bien”. Sudado, lomo saltado, arroz. Arroz con gallina no lo ha podido hacer. Es muy complicado.Se apaga un tanto su sonrisa. Es literalmente vivificante verlo reír. Te acompaña y te entumece. Hay que salir. Es mucha ya la gente en el bar. La plaza de Barranco extrañamente se muestra como un domingo de tarde, quieta y en silencio. Miércoles seis y media. Alguien llama a Domingo desde un taxi: bajan dos. Un amigo belga y su acompañante colombiano. “Este es Domingo”, dice el belga en perfecto español a su compañero. “Un gran poeta”. Y se estrechan la mano. Se despiden. El puente vacío. “Mi vida es más dramática no hay lapsos de alegría, es más oscura. Las alegrías se borran muy rápido. Es difícil recordar lo que para uno ha sido un momento de explosión, de felicidad entre comillas. Lo dramático es que te queda más, y eso es lo que uno produce y escribe…El drama es la parte esencial de la vida”. *Periodista del diario El Comercio, escritor y poeta. Publicado en el diario El Comercio el lunes 24 de setiembre del 2007.

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