
De la Estética de la desaparición
De Paul Virilio
La velocidad de estos tiempos trata la visión como materia prima, con la aceleración viajar equivale a filmar,no tanto producir imágenes cuanto huellas mnemónicas nuevas, inversímiles, sobre naturales. En tal contexto hasta la misma muerte deja de exprimentarse como algo mortal y se convierte, como para William Burroughs,en un simple accidente técnico, la separación final entre banda de imagen y banda de sonido. Titanic o Zeppelin, la catátrofe final se le antoja al pasajero del vehículo gigante una hipótesis insensata, irreal, y mientras el navío se hunde continúa continúa bailando al son de la orquesta. Pero el despropósito entre lo ilusorio de la fiesta y lo súbito del accidente es sólo aparente: el vuelo acelerado o el viaje rápido han metamorfoseado insidiosamente la fiesta y ha consagrado el naufragio como fin último del placer .¡No es acaso el deseo de esa fiesta esencialmente vivida como sin mañana lo que ha empujado a geneeraciones enteras al cosmopolitismo de los trenes y los transatlánticos, al palacios internacionales y los templos del cine, antes de arrastrarlos a los aeropuertos, antes de venderles billetes de viaje con máquinas automáticas en los supermercados?
La imagen es velocidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario